IAC

HISTORIA

1 may 2015

la seducción

ni por la razón ni por la fuerza

¿Cómo atraer al magma de las voluntades dispersas? ¿Cómo mantener en control  ese magma? ¿Cómo 
desplegar un dispositivo eficiente que las obligue y mantenga (a las voluntades antes mencionadas) actualizadas? 

Suponemos que, antes de toda elección racional, existe un filtro que preconcibe y por ende da forma antes de que exista a una serie de estímulos inconexos. Este cauce está formado por toda experiencia anterior que cargada de sentido, de forma más o menos consciente, vuelve a la ayuda cuando se requiere. De esta forma nos mantenemos operativos en lo real.

Ahora el curso natural  de nuestros actos es constantemente interrumpido por esos estímulos inconexos de lo real, aquí el curso (como el de un río) tiende a desviarse y encauzarse, este otro filtro se me ocurre sucede o por la fuerza (digamos un desvío que suspende las cadenas de causas y efectos), por la razón (una sucesión lógica causa - efecto) o por la seducción.

La seducción según –palabras más, palabras menos de seguro- Baudrillard es un proceso distinto al de la producción, en tanto que la producción siendo un proceso irreversible se encarga de traer a presencia y de causas eficientes. La seducción se mueve en el campo de las apariencias, de lo inmediato, el de los sinsentido, fuera del campo lógico, la seducción es lo reversible.
Así mismo Baudrillard supone a la seducción cercana al ámbito de lo femenino y ajeno al de lo masculino. Más cerca ésta está de la regla y lejana a la ley. Cerca de la regla en tanto relación dual de dos “contratistas perversos” y lejos de la ley, que abierta a terceros, adhieren los “libres cambistas”. Dice Baudrillard:

La relación dual  abole la ley del intercambio. La regla perversa abole la ley natural del sexo. Arbitrariamente, como la del juego, poco importa su contenido, lo esencial es la imposición de una regla, de un signo o de un sistema de signos que hace abstracción de lo sexual.
Según Baudrillard la seducción es juego, no está vinculada al puro deseo porque no hay tal deseo, solo la voluntad de seducir. Es similar al juego porque “no tiene historia, ni memoria, ni acumulación interna (lo que está en juego se consume y se revierte sin cesar, esa es la regla secreta del juego, en la que nada se exporta bajo forma de beneficio «plusvalía»)”.
El juego se rige por la regla:

“La regla no necesita para funcionar ninguna estructura o superestructura formal, moral o psicológica. Precisamente porque es arbitraria, infundada y sin referencias, no necesita consenso, ni una voluntad o verdad del grupo – existe, eso es todo, sólo existe compartida, mientras que la ley flota por encima de los individuos dispersos.”

Así mismo la seducción es lo inmediato, lo que se capta desde lo aparente y sin mediación del orden del creer o del hacer creer. La seducción utiliza signos gestuales sin referencia, el canto, la imagen, la voz, el perfume, escapando así a las lógicas del discurso y del enunciar. Lo que seduce no es el deseo es “la anulación de los signos, la anulación de su sentido, la pura apariencia. Los ojos que seducen no tienen sentido, se agotan en la mirada. El rostro maquillado se agota en su apariencia, en el rigor formal de un trabajo insensato. Sobre todo no un deseo significado, sino la belleza de un artificio
En este mismo sentido, separando la seducción de la producción Baudrillard declara: “Seducir es fragilizar. Seducir es desfallecer. Seducimos por nuestra fragilidad, nunca por poderes o signos fuertes. Esta fragilidad es la que ponemos en juego en la seducción y la que proporciona esta fuerza”.

Lo aparente es lo accesible a los sentidos, lo inmediato que por sensual y sin mediación atrapa. Por esto el “seducir es morir como realidad y producirse como ilusión”. En cambio la fascinación es el atraparse por (si es que tiene algo de no ilusión) la figura que significa, a caso los avatares del poder.

Entonces podríamos comenzar a pensar en la seducción y la puesta en escena del seductor en su producción como artificio y en la mirada del seducido.

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